En larga espera he caídoMas no tediosa ésta ha sidoPor llevar por delante siempreA la vida que nunca miente
Pero las esperas a veces cansanPues esperar es comenzar a morirY si en la ventana las estrellas cantanEs mejor por otros azares sufrir
Ya en el alba sumergidoNada hay de qué temerNi esperar, ni creerse vencidoPues ante la vida me las he de haber
Y en el aire, una rosa blanca que vuelaEs un instante que no espera al tiempoY es que eres golondrina que sueñaAnte un claro de luna que yo espero
viernes, 30 de diciembre de 2011
Claro de luna
jueves, 22 de diciembre de 2011
Sangre en la mejilla
Y eso... lo típico, la montaña rusa de las emociones... estar bien, mal, alegre, triste, animoso, melancólico... “parezco mina” dirían por ahí (yo mismo lo haría, mejor dicho). Eso tiene una sola razón... ¿Por qué soy yo tan poeta? (a lo Nietzsche)... Tan melancólico, tan etéreo, tan triste, tan gris... tan verde oscuro como mis ojos. Porque me afectan las emociones de los demás, y yo ahí, impertérrito, serio, casi frívolo... tan capricorniano... tan canceriano por dentro, por fuera, maldita sea. Tanta tierra y agua que se me escapa todo, sí, demasiado. Lunatismo. Locura. Quién me manda... Idiota... Río... no, no tiene que ver con agua... ¿o sí? Maldito zodiaco, esoterismo lunático, los fines de año siempre me hacen mal... ¿o bien? El maldito verano. Y pensar que hace un año estaba... sí, lo recuerdo. Una caminata por quién sabe dónde, horas y horas... ¿pies cansados? Para nada, las almas se aligeran con ese viento extraño del verano. Un besito tonto que me descolocó... dos niños jugando a no sé qué. Y sí, las aromáticas noches, ¿cómo olvidarlas? Parece que entre tu inspiración poética y la tuya, prefiero la tuya... ¡Ah! ¿Acertijos en la oscuridad?... sí, con ventilador, teclado y un antifaz. Sin oscuridad. El sombrero otra vez... estás loco duquecito... definitivamente... ¿y qué más da? Ya no espero nada de la vida (cuando pierdes toda fe en la esperanza y viceversa... Wi, messie Camus), es como el Cambalache todo esto ya... un buen tango, ¡vaya que lo disfrutaría! Aunque ya no sé si contigo, contigo o con todas. ¡Pero si nunca lo has bailado, hombre! ¿Y quién dijo que era necesario saber para sentir... para vivir? Mi eterno drama... una comedia, ¿un crucigrama? Una araña en la pared... ¿eras tú la otra vez? Ah, no... ¡Eras tú! Tú... tu... tu... tu... ocupado. Cuelga. Hay sangre en su mejilla y no sabe por qué. Una rosa lo había besado.
viernes, 16 de diciembre de 2011
El sombrero metafísico
(Habla el poeta).¿Y qué es el amor?, nuevamente esa pregunta que me asalta en los momentos en que no pienso en ello. Siempre tan pequeño, siempre tan invisible. Así ha de ser, me dije. ¿Pero es necesario? Es justo y necesario. No, no lo es, y tampoco importa que así sea. Al parecer mi aura sólo brilla para la naturaleza, para las inquietas avecillas que me observan y trinan. Para ese gato de blancas botas y negro sombrero que una noche me preguntó: “¿Estás solo, mi buen amigo? Pues yo también, sólo mírame”. Y entonces yo asentí, porque el idioma universal no necesita de un intérprete, porque espero que tú también lo conozcas, que puedas aprenderlo al menos, como ella no pudo nunca hacerlo. Ni siquiera he podido querer, o bien, digamos, ¿a quién le importa después de todo? Soy invisible en ese sentido.Ahí está, helo aquí, obsérvenlo: una mirada melancólica y profunda, como escudriñando los secretos del viento; un semblante jovial que esconde una sabiduría de la vida que se burla de lo empírico; una voz a veces algo grave, otras más amable, pero siempre musical; un tranquilo caminar, cuando de verdad es él quien lo hace y no sus preocupaciones; un triste y poético reflejo en su boscoso iris; un planificado alboroto en su cabellera castaña; un hilo de recuerdos en su memoria, y un collage de Cupidos en su corazón. Sí, es él: el hombre del sombrero invisible.Un sombrero y un bastón, podrían verse a solas tirados en la acera, abandonados como su amable espíritu. Una llama, no es un fuego que queme, es una flamígera vitalidad, una pretensión de, quizás, ser lo que solamente los otros pueden ver de él: una pluma, un tintero y las líneas fluyendo junto a su estético conocimiento, a su filosofía sin palabras, a su historia sin tiempo... a su amor sin amor. El sombrero está colgado, él... alguna vez quizá deseó estarlo, pero claro, era sólo una metáfora, demasiado alegórica para ser poesía. Y entonces, resonó en su cabeza, escogida por el destino, por la voluntad de ese soporte que recibe ahora sus pensamientos y escoge los sonidos que inundan su ser: “Helena está muerta para todos”. Lo sabía, siempre lo supo... pero ahora lo oye; sí, en algún lugar, en algún momento, te veré de nuevo y te encontraré, a ti no, pero al menos a tu volátil resabio de cariño que en otra golondrina se convertirá en amor: somewhere in time, with someone like you... Mejor dejarse llevar por lo dionisíaco de la música, esa música que me arrancó la puerta de la percepción, esa música que se me olvidó, esa poesía que nunca me cantó, al oído tal vez, pero con mucha timidez: somewhere in time... ¿la amaré otra vez? ¿A ella, o a ti? ¿Al pasado o al futuro? ¿A lo que no fue o a lo incierto? El presente, sin duda soy yo, y el “yo” es siempre solitario, pero no triste ni final. ¿He amado alguna vez? Sinceramente, no lo sé... pero, esto es quizá lo que me sostiene, estos signos simbólicos: “No ser amado es una simple desventura. La verdadera desgracia es no saber amar”... espero conocer alguna vez, al buen amigo que pronunció estas palabras, quizá en algún teatro del olvido celestial, o en la vuelta de la esquina, pues, ¿sabemos realmente a quién hemos de encontrar? Un sombrero, un castillo y un blasón. Ojalá fueras tú (sí, tú) conquistando mi corazón.(Silencio).
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Llueve sobre la tinta
Tiempo, escribe la plumaTiempo, y la tinta se terminaQuietud, una lágrima dormidaTemblor, una lluvia marina
El tiempo se diluye sobre el papelEl amor quema hasta la pielA lo lejos una mirada de mielEn mí sólo duele hasta la hiel
Lluvia, sin viento has de caerPapel, como hojas de otoño has de cederEsta vez, la lluvia se desencadena sobre mis piesEsta vez, esta vez... esta vez
Paraguas sobre la tintaTruenos en mi almaRelámpagos en mis ojos¿Dónde está esa sonrisa distinta?¿Detrás de un mar en calma?
Llueven lágrimas de hieloLlueve, aquí, con desconsueloLlueve, en el sonido de mi vozUn suspiro telepático con altavoz
Si supieras, que llueven lágrimas aquíSi supieras, que tu risa extraño en míSi supieras, no lloraría el amorPorque el amor sólo lloraCuando mi corazón estalla en dos
por M.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)